Empiezo estas líneas y me siento como náufrago lanzando una botella al mar con una nota en su interior. Con más esperanza que certeza, de que llegue a su destino.
Sé que no me lees, que no me buscas, probablemente no me piensas y quizá, ni me recuerdas, empero, guardo el anhelo de que, por algún error, accidente o cómplice coincidencia, alguna de mis letras llegue a tu puerto y, en ese momento, presumo soberbiamente podrás recordar, aunque sea por un breve instante, que hay un loco que piensa mucho en ti.
A pesar del tiempo, la distancia y las cicatrices, sigues siendo el campo fértil en el que siembro todos mis deseos, mis pasiones, mis fantasías y hasta mis perversiones.
Muchas veces me preguntan cuál o quién es la fuente de mi inspiración, pero en realidad, para escribir, no necesito inspiración alguna, únicamente es necesario que escuche al corazón y, por lo menos el mío, siempre habla de ti.
Sí, dolió, duele y dolerá, sin embargo, siempre traigo en mi bolsillo el recuerdo de tu sonrisa, de tu aroma, de tu mirada, por si en algún momento se me olvida quien soy. Con acariciarlos me recuerdo.
Perdí lo que nunca fue mío, solté lo que nunca tuve en mis manos. Y mi memoria, tan soberbia como selectiva, tiene una versión de nosotros mucho más idílica que la versión de la realidad misma.
Ten por seguro que, si los sentimientos fueran un lugar, viviría entre tus piernas. Y que en la barra de un bar que nunca existió, en una playa que nadie ha encontrado, tu recuerdo y mi nostalgia se emborrachan a nuestra salud.
Por eso… Siempre escribo como si me leyeras.
Fragmento de:
Entre Musas y Demonios
Muy pronto en La Librería de Angels Fortune
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