Cuando el destino te sesga la vida en tu mejor momento...

El compositor

Una novela de José Manuel Pagán




La familia Keelan siempre ha tenido facilidad para moldear y adaptar las cosas, tanto a su propio gusto como al de los demás. Olwen y Dewitt fueron capaces de transformar un conjunto de simples piezas de hierro y madera en una reproducción de la ciudad de Cardiff con sus estaciones, montañas, túneles, vías… y un espléndido tren en miniatura que, gracias a un intrincado sistema de poleas, podía jugar a deslizarse sobre las mismas. 

Años más tarde, Elin Keelan sería capaz de mejorar la calidad del mejor vino habido y por haber en el estado de California

Pero el encargado de hacer del mundo algo mejor por medio de la música sería su hijo Trevor, un prodigio tan enigmático como incansable. Un muchacho de campo nacido en Calistoga, que primero se trasladaría a San Francisco para estudiar en la prestigiosa escuela de música de Ada Clement. 

Cuatro años después, a las diez de la mañana de un día de septiembre, llamaría a la puerta de la casa de un compositor en Los Ángeles. Trevor trataría de adaptarse al ritmo de sus profesores, moldear sus composiciones al gusto de todos... porque un solo matiz imprevisto podría arruinar las cosas.


Sinopsis



Parece que las primeras páginas de esta novela, más que el inicio de la historia de vida de Trevor, nos revelen su trágico final. 

A continuación conocemos a una persona que dice ser allegada del maravilloso compositor y su familia, alguien que navega entre puntos y comas. Nos cuenta que Dewitt Keelan heredaría la pasión por los trenes que instó a su padre a volverse maquinista de ferrocarril, aunque no dudaría en abandonarlo todo por el bien de su amada esposa. 

En Calistoga se aficionaría a reparar máquinas que, cada vez más, irían a sustituir los trabajos manuales. Elin recobraría la salud, las ganas de vivir… y acabaría dando a luz a nuestro protagonista. 

Pero un matiz cruel e imprevisible —más tarde conocido como «ley seca» (1920-1933)— provocaría que la estabilidad económica mantenida durante años se volatilizara. 

Los Keelan tratarían de moldear ese y otros duros golpes; se adaptarían a una nueva ciudad y a nuevas actividades. 

Los lectores seguiremos sus hazañas con atención, deseando que no surja ningún matiz que pueda arruinar toda la composición.


Sobre el autor



José Manuel Pagán Santamaría, como Trevor Keelan, ha compuesto varias de las bandas sonoras que añaden sentimiento a toda película. 

En la época de Trevor aún no se estilaban las series de televisión, pero Pagán ideó la música que más tarde se fundiría con las imágenes de nueve de ellas. 

Como Trevor, Pagán cree en el poder transformador de la música. Dirigidos por él mismo, los miembros de su Orquestra de la bona sort —formada íntegramente por personas con discapacidad intelectual— crean melodías que calman dolores y suavizan actitudes. 

Como ellos, Elin encuentra en la música los cuidados y la contención que necesita un corazón desgarrado por la pena. Gracias a la música, incluso una mujer ciega es capaz de ver que en su piano está escrito su futuro. 

Trevor y José Manuel Pagán componen para curar todo tipo de heridas a través del sonido, como también lo hacía Michel Loupin en su anterior «El peso del vacío»

Pero esta vez el autor añade saltos temporales a su universo, así como costumbres nacidas en otras eras, en su afán por ejemplificar el enorme alcance del poder de la música.



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