Soy luz en el amor. Memorias de Ahine
Una novela de
«Todo fluye», dijo Heráclito. Irene Hernández de la Cruz se muestra de acuerdo con la expresión de este antiguo filósofo, y se dispone a hacernos ver qué significa.
Para ello nos presenta a Ahine, un ser superior que viajará con nosotros a través de cada relato, sentirá lo que sintamos en cada momento con igual intensidad y gritará con nosotros de rabia, frustración e impotencia cada vez que la situación se le escape de las manos.
La autora nos hará entender, sobre todo, que nadie nace enseñado o preparado: un ser superior que no ha pasado por ningún entrenamiento previo no podrá hacer nada contra sentimientos humanos demasiado negativos, así como un sacerdote se verá obligado a guardar silencio delante de su rey o como una desdichada muchacha tendrá que sentir cómo va quemándose en la hoguera junto a otras que no han cometido ningún crimen más que el de ser diferentes.
Ahine, como cualquiera de nosotros, tendrá que caer antes de poder aprender a levantarse, llorar para aprender a reír, apreciar las enseñanzas que le vayan siendo otorgadas a lo largo de los distintos caminos. Y cuando ya nada sea lo que parecía en un principio, solo entonces, podrá ponerlas en práctica.
Sinopsis
Viajar hasta el propio interior se nos antoja cansado y más o menos peligroso, por lo que solemos preferir quedarnos dando vueltas alrededor de nuestras cuatro paredes más conocidas.
Esta historia, sin embargo, empieza de una forma para nada habitual: Ahine, sumamente intrigado por el asunto de los sentimientos humanos, se embarca en El Gran Juego De La Dualidad. Este consiste, ni más ni menos, en una colección de vidas humanas —paralelas unas a otras— cuyos protagonistas no parecen tener más opción que luchar contra un destino inmerecido. Ahine se verá transformado en un sacerdote de la Atlántida, en un maya, en una criada maravillada por las flores que crecen en paz en medio de un jardín inmenso, en una inocente que ha sido injustamente acusada de bruja… Sufrirá el horrible dolor de las quemaduras, la vergüenza de la humillación, la impotencia de quien quiere hablar pero no puede hacerlo... todo imprescindible para llegar a la verdad y a la luz.
E Iris, la desmemoriada destinataria de todo este conocimiento, va a ser la encargada de transmitirnos a nosotros los lectores que la paciencia y la observación pueden más que cualquier violencia.
Sobre la autora
La nueva obra de Irene Hernández de la Cruz surge de la voluntad de enseñar a otros que el cambio solo puede comenzar en el interior de uno mismo.
Para ilustrar el significado de cambio y para dar a entender cuáles son sus consecuencias, la bibliotecaria nacida en Las Palmas de Gran Canaria se sirve de unas historias poco habituales: un conjunto de vidas paralelas que ella ha experimentado en primera persona.
La misma curiosidad que ha llevado al ser superior de su libro a querer entrar en el caótico juego de la dualidad, a ella la ha llevado a quererse conocer más a sí misma.
El Reiki, el Taichí y la pintura mística en casi todas sus variantes la han ayudado a hacerlo. Para ella, como para Ahine o Iris, la adaptabilidad y la capacidad de evolución humanas son maravillosas: nos permiten amar, divertir y enmendar errores una y otra vez. Errores que a primera vista no lo parecen, como el de repudiar a una persona que nos ha hecho daño. Después de todo, nada suele ser lo que parece.
Si aún no crees en la reencarnación, creerás. Una novela maravillosa
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