una novela de José Manuel Pagán
Al vacío, como a la música, no le van las definiciones estrictas. Los seres humanos suelen tener más de un motivo para sentirse incompletos: la muerte de un ser querido, la falta de cariño y comprensión, el final abrupto y poco simpático de una historia de amor.
El vacío pesa, es capaz de crear nudos asfixiantes en el estómago, y a la vez no es nada. La música no es fuerte ni violenta, pero les arranca una sonrisa a los ausentes. Es capaz de hacer vibrar músculos agarrotados o directamente atrofiados, con la facilidad del agua que cae del cielo como una bendición para los cultivos.
La música puede anidar en el interior de muchas personas, y el vacío también. En esta novela, una y otra cosa harán que los caminos de un humilde relojero, una alegre violinista, una adolescente condenada de por vida a la silla de ruedas que maneja su madre y un pianista de éxito coincidan de una manera especialmente mágica.
La música conseguirá apaciguar enfermedades imprevisibles, espíritus agotados, corazones rotos... como quien evita que un río acabe desbordándose. El vacío, por su parte, añadirá tragedia a la composición. Porque todas las grandes representaciones acaban con la muerte del héroe.
Sinopsis
Empezamos a leer y pronto descubrimos que estamos encerrados en una habitación de hotel oscura e individual, junto a un virtuoso de la música para piano. Michel Loupin, se llama. No podemos quedarnos a conocerlo mejor, alguien se lo lleva. Tiene que darlo todo en el próximo concierto, quizá porque no puede hacer nada más.
De golpe y sin cambiar de capítulo, retrocedemos diecisiete años en el tiempo. También nos movemos de Londres a Zúrich, frío hogar del relojero Karl Heinzel. En esta escena, el vacío se hace notar tanto como en la anterior.
Ocho años después, ya en otro capítulo, nos alegramos de que la italiana Raquel Buffetti haya conseguido superar la oposición para una plaza de violín en su orquesta favorita de Ginebra. Allí conoce a Desirée y Martine, sus vecinas. Desi habla tan poco como el violín de Ra, y su sonrisa es tan poderosa como las melodías que emergen del mismo. El violín de Ra causa que el peso del vacío de Desi disminuya, y el fenómeno hace que Ra se plantee estudiar musicoterapia.
El difunto padre de Karl, también relojero amante de la música clásica, creía que ciertas melodías encierran un poder transformador.
En esta novela, de una forma o de otra, los que aún viven comprobarán que dicho poder existe.
Sobre el autor
José Manuel Pagán también cree en el poder transformador de la música, los miembros con discapacidad intelectual de su Orquestra de la bona sort lo saben bien.
A ellos, como a Desirée, la música les anima a desprenderse del peso del vacío. Las melodías calman dolores y suavizan actitudes, evitan que el río del alma se desborde y cause inundaciones destructoras.
Para Pagán, como para Raquel Buffetti, el fenómeno es revelador. Porque la vida humana es precisamente eso, un río cuyo flujo puede controlarse pocas veces. Y la música, que no es fuerte ni violenta, simplemente lo acompaña todo.
La del violín de Ra hace sonreír a una muchacha ausente, la del piano de Michel llena el vacío de miles de personas. Y Karl Heinzel arregla relojes, fiel a las enseñanzas y a los gustos de su padre.
Estos tres protagonistas principales afrontan los retos del destino como héroes wagnerianos, cada uno a su manera.
Biografía
José Manuel Pagán Santamaría (1949, Lausana, Suiza) es compositor, sonoterapéuta, pintor y escritor. Autor de numerosas bandas sonoras para cine, series de TV y teatro musical, ha trabajado con directores como Bigas Luna, Rosa Vergés, Vicente Aranda, Mario Camus y Agustí Villaronga, entre otros.
Ha recibido diversos premios, como: «Mejor banda sonora» en el Festival de Cine de Málaga por «La isla del holandés», de Sigfrid Monleón; nominado al Goya por el musical «Tic-tac» de Rosa Vergés o Premio Gaudí por la música de «Pa Negre», de Agustí Villaronga.
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