Muchos no sabemos qué hace realmente un editor literario.
Para muchos es una imagen despótica, un poquito excéntrica que, mientras se fuma un puro caro, decide el futuro de tu publicación y el tuyo propio como escritor. Otros tantos podemos intuir que tras el cliché debe haber horas de trabajo, dedicación, sufrimiento...y algún momento de alegría.
Hoy nos va a hablar sobre su trabajo Isabel Montes, editora de Angels Fortune [Editions].
Pero antes, permitidme recordar las esclarecedoras palabras atribuídas a Hemingway (que de ambos estados sabía lo suyo):"Escribe borracho. Corrige sobrio". O acude a un editor.
La
literatura es como un gran iceberg del que solo vemos la punta: una
obra. Pero ¿qué hay detrás de
esa obra? ¿Lo has pensado alguna vez? Pues yo te lo voy a contar.
Detrás de una obra se encuentra un escritor, miles de horas de
trabajo y dedicación, dos correctores literarios, un maquetador, un
diseñador de portada, un trabajo de imprenta, varios promotores
culturales, plataformas digitales, librerías y libreros, servicio de
mensajería y distribuidores, agentes literarios, lectores y un
editor. El
sueño de publicar un libro ya no es algo inalcanzable. Solo
necesitas dinero y una empresa de autoedición donde el
trabajo del editor brilla por su ausencia.
En
resumen, el trabajo
del editor es el paso previo y obligatorio antes de publicar un libro
y por desgracia, una gran mayoría de escritores autoeditados se
olvidan de esta gran labor.
La
grandeza de un escritor ya no reside solo en su talento sino más
bien en su humildad. Si hasta los escritores consagrados necesitan
siempre la revisión de un editor, ¿no lo va a necesitar un escritor
novel que en la mayoría de los casos ni tan siquiera se ha formado
como escritor?
No
me cansaré de repetir que escribir es una profesión que hay que
aprender. Los escritores debemos manejar las técnicas narrativas a
la perfección, tener claro que debemos mostrar
al lector el mundo que llevamos escondido en nuestras mentes,
aprender a corregir y ser humildes cuando el editor nos hace
rectificar nuestra obra. Siempre
será para mejor.
Nunca
se debería publicar un libro sin haber hecho antes una tutoría con
un editor. Nuestros amigos y
familiares no sirven como jueces profesionales del sector. Siempre
verán nuestros escritos como algo espectacular, porque escribir no
es fácil y el que lo hace ya demuestra un talento y una rutina de
trabajo del que no todo el mundo es capaz.
El
trabajo del editor no es solo «editar», sino más bien la persona
encargada de adentrarse en tu historia, encontrar los posibles
errores de trama y personajes, descubrir los fallos que hayas
cometido con las técnicas narrativas. Muchas veces el escritor no es
capaz de mostrar al lector lo que él ve en su mente. Ver si estás
repitiendo tramas ya muy leídas y sobre todo valorar la viabilidad
de tu obra frente al durísimo mercado de venta, etc.
Hace
unos días hablé con Teresa Ponce, correctora y traductora de inglés
de mi editorial Angels Fortune [Editions]. Sus palabras fueron un
gran bálsamo para mi. Al comentar los cambios que le había
sugerido a la autora de la novela que estaba corrigiendo en ese
momento, se quedó sorprendida al ser consciente de las grandes ideas
que había aportado a la trama. Me dijo que mis sugerencias habían
ayudado a engrandecer las obras de nuestros autores y que las alas de
mi editorial no eran más que mías.
Desde
aquí invito a todos los escritores noveles a que se pongan en manos
de un editor que les ayude a perfeccionar sus manuscritos. Que sean
humildes y que aprendan día a día la maravillosa profesión de
escritor, para que entre todos consigamos un 2019 llego de grandes
obras literarias.
Quiero
agradecer una vez más a mi equipo por estar siempre a mi lado, y a
mis escritores, por dejarme entrar en sus obras, permitirme trabajar
con ellos y aceptar las sugerencias de esta humilde escritora y
editora.
Mil
gracias.
Isabel
Montes
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