Hijo è Tigre. El embajador de un deseo
Una novela, basada en hechos reales, de Omar Lares
«Te sumergirás en una historia repleta de amor, deseos, tristeza, pasión, impotencia y superación donde descubrirás que los sueños, de una forma o de otra se hacen realidad»
En su día, Oscar fue repartidor de periódicos. Por la calle lo acompañaron el cielo gris, su abuelo y su padre. Padre e hijo cruzaron juntos una, dos avenidas. Tito primero le indicó el camino a seguir, después se separó y observó desde lejos como el niño se desenvolvía sin su ayuda.
Isabel, madre de Oscar, aprendió a cocinar y a cuidar bien de las plantas gracias a las enseñanzas de la abuela Rosa. Cuando Rosa se fue, Isabel continuó con su labor.
El abuelo Salvador, marido de Rosa y padre de Isabel, tocaba un instrumento y bailaba tango en casa. Quizá por eso Pablo, hermano pequeño de Oscar, acabó dedicándose a la música.
Hay quien dice que son costumbres, tradiciones familiares que van pasando de generación en generación. El autor de esta novela nos recomienda que tomemos y pasemos todo lo bueno de ellas, porque nuestro deber es construir un futuro mejor a partir de lo que nos han dejado.
En su día, Tito también fue repartidor de periódicos. El primer coche de Oscar resultó ser muy parecido al que él había querido comprar para su familia, sin éxito.
Tal vez avanzar hacia el futuro consiste en reeditar el eterno pasado familiar, una y otra vez, hasta lograr mejorarlo.
Desde el principio Tito estuvo seguro de que Oscar tendría que ser diferente, quedar fuera del desalmado orden familiar, por mucho que el muchacho hubiese disfrutado del primer paseo por el barrio en calidad de repartidor de periódicos.
Una tarde le recomendó que estudiase, que tomase un camino distinto, y Oscar terminó magistrado. También consiguió a tiempo el coche que su padre tanto había necesitado, le pareció que Tito le daba la enhorabuena desde el cielo.
Fueron logros merecidos, tanto para el hijo como para el padre, que hicieron feliz a más de una familia. Y Oscar, como Tito, se convirtió en luz para los corazones de sus hijos. Junto a Ana, el amor de su vida, fue capaz de criar a dos chicos aplicados y a dos chicas estudiosas. Porque el esfuerzo suele ser aún más poderoso que cierta enfermedad.
Tito e Isabel se apagaron jóvenes, y su hijo Pablo los siguió. Oscar, quizá guiado por el primer deseo de su padre, sigue vivo y anhelante. La mayor de sus hijas está a punto de iniciar un viaje largo, como el que nunca pudieron emprender sus abuelos.
También esta novela es un viaje, gracias al cual descubriremos las alegrías y tristezas que han acabado dando forma a más de una generación de luchadores y luchadoras.
La primera novela de Omar Lares ha nacido gracias a la memoria, su contenedor de recuerdos. Más o menos historias de vida han crecido y siguen creciendo a su alrededor.
El padre de Omar, como el de Oscar, se llamaba Tito. Tito le dio un empujón a Omar, muy parecido al que recibió Oscar, necesario para salir a construir un futuro mejor con ayuda de las vivencias compartidas.
Omar, como Oscar, siempre buscará iluminar la vida de sus allegados, y nunca dejará de agradecer a quienes lo han dado todo por él desde un principio.
Omar también ha coincidido con su padre en algunas cosas: ha jugado al fútbol, le han apasionado varios eventos deportivos... Nunca ha dejado de esforzarse, sobre todo.
La historia de Omar no ha acabado todavía, la de Oscar tampoco. Hay que seguir hasta el final, hasta que ya no queden fuerzas para hacer nada, ni quede nada para mejorar.
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